El arquitecto ciego Chris Downey diseña edificios como nadie

¿Sería capaz de diseñar un edificio sin ver, usando sólo el tacto? El arquitecto ciego Chris Downey lo hace y los resultados son asombrosos.

 

blind man hands reading

¿Sería capaz de diseñar un edificio sin ver, usando sólo el tacto? El arquitecto Chris Downey lo hace. En 2008, tras la extracción de un tumor benigno en el cerebro, Downey perdió la vista. En lugar de permitir que esto supusiese el fin de su vida profesional, Downey cuenta cómo aprendió a valerse de otros sentidos y descubrió un enfoque de la arquitectura radicalmente nuevo.

Entrevista de William Sigsworth

Aunque es muy importante para un arquitecto, el tacto no es un sentido que siempre hayamos valorado. De hecho, una crítica que a menudo se hace a nuestra profesión es que nos hemos centrado demasiado en lo visual.

Con todas las pantallas con las que ahora trabajamos, la vista resulta cómoda y rápida; nos ofrece la posibilidad de ver a distancia y ni siquiera tenemos que estar allí en persona. Pero, en realidad, el producto final no está en una pantalla, no es una representación; es algo real, en el espacio y en el tiempo. Y buena parte de lo que esto implica se encuentra en la gama completa de sensaciones que uno percibe al experimentar físicamente un edificio.

touch in architecture aerial view with parcel

El tacto es más sutil

Con la vista, la reacción es “¡Anda! ¡Qué bien luce!”, en lugar de “¡Qué sensación más buena me da!”. El tacto es más sutil, no es algo de lo que uno se dé cuenta tan rápido. Para la mayoría de la gente, el 80 por ciento de la experiencia sensorial del medio es visual y el 20 por ciento restante para todo lo demás.

Nuestras papilas gustativas no tienen mucho que ver con la arquitectura, pero los sentidos del tacto, del olfato y del oído son importantísimos.

Por qué el tacto es el sentido de mayor impacto

El tacto resulta particularmente clave, ya que es casi la antítesis de la vista: esta última es distancia, separación; no hay relación física directa entre quien mira y el objeto observado. El tacto es el sentido más inmediato, el de mayor impacto; con él, interactuamos de forma directa.

Y verdaderamente da esencia a la noción de diseño arquitectónico completo. Cuando transformas el “luce bien” en “ofrece una sensación tan buena como lo bien que luce”, la cosa cambia.

No quiero decir que, como arquitectos, nos dediquemos a andar palpando edificios allá donde vayamos. Hay gente que puede pensar que así es como hacemos también los ciegos: ir tocando edificios para buscar nuestro camino a tientas. Pero esa no es nuestra experiencia en absoluto.

“La primera experiencia directa de un edificio se produce al agarrar el picaporte. El tacto influye en todos los aspectos”

Chris Downey

Hay cosas que los arquitectos sabemos que se van a tocar, como un pomo o la propia puerta de entrada. Piensa en los actos cotidianos de la vida marcados por el tacto. Uno muy frecuente es dar un apretón de manos. Sin la vista, lo primero que tengo para procesar cuando conozco a alguien es la voz. Y me dice mucho: por ejemplo, su altura, notando de dónde procede la voz (siempre que conozcas cómo es el nivel del suelo, o si está en una pendiente).

A partir de sus rasgos al hablar también puedes entrever algo de su personalidad. Pero todo va tan rápido que, sin la vista, tienes que prestarle mucha más atención, y al mismo tiempo no te despistarte de lo que dice.

Y entonces llega el apretón de manos: por su intensidad y su duración, casi puedes sentir la sinceridad del saludo. Lo mismo ocurre con una puerta de entrada. Esa primera experiencia con impacto e inmediata de un edificio se produce al agarrar el picaporte (salvo si tiene apertura automática).

También me gusta mucho pensar en la secuencia de las cosas conforme uno se mueve por un edificio, aquello con lo que sabes que probablemente vas a interactuar físicamente, y entonces diseñar ese objeto en cada momento específico en la secuencia de la experiencia. De esta forma, los visitantes del edificio pueden darse cuenta inmediatamente de este aspecto o no, pero contribuye a la experiencia de una manera que influye en todo.

Convertir el proceso de diseño en una experiencia sensorial

En la arquitectura, para diseñar nuestras obras utilizamos dibujos. Asimismo, podemos usar maquetas, pero también son más para visualizar el espacio que para las superficies; raramente se diseñan para explorar a través del tacto. Sin embargo, en mi obra, este último es una parte vital del proceso de diseño.

Trabajé en un proyecto de San Francisco que se llamaba “LightHouse” (Faro) para ciegos y personas con discapacidad visual”. Diseñamos la escalera para que conectase las tres plantas que tenía esta ONG. Esa escalera era la columna vertebral de todo, el elemento unificador de los tres pisos individuales; sin ella, había que salir del espacio propio para usar los ascensores de la zona común con el resto del edificio. La escalera resultaba muy importante, al igual que la experiencia que tendría la gente al usarla.

Mientras diseñaba el pasamanos, me acordé de una visita que había hecho a un museo. Para bajar a una galería inferior, tras buscar con el bastón el primer escalón, extendí el brazo para agarrar el pasamanos. En el instante en que mi mano lo tocó, me quedé parado en seco. Era distinto a todas las barandillas que pudiese haber agarrado; la mano se asentaba en él increíblemente bien. Hasta le hice una foto.

A la hora de diseñar la escalera para LightHouse, estudiamos esa foto. Al principio, creamos dibujos. Yo esbozaba los diseños y luego los arquitectos con los que trabajaba los dibujaban en el ordenador y, finalmente, yo imprimía sus dibujos para trabajar con ellos.

Pero me di cuenta de que en este procedimiento había algo que no acababa de funcionar: lo estábamos haciendo todo visualmente. Los dibujos no podíamos agarrarlos, no se podía experimentar la sensación. Así que, en lugar de esto, creamos una impresión 3D de todas las secciones de pasamanos que estábamos explorando, de forma que pudimos agarrarlas nosotros. Esto supuso una auténtica transformación del proceso, adecuándose ahora a la experiencia sensorial que teníamos como meta.

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Un nivel más profundo de comprensión a través del tacto

Gracias a las herramientas que uso para el diseño, puedo sentir el dibujo. Para un arquitecto, el intelecto tiene un papel importante en el diseño visual; eres un observador activo, crítico, por lo que tienes la mente trabajando duro, analizando cada problema, cómo encaja en la experiencia global y en lo que estás intentando lograr.

 

“Leer un plano a través del tacto es muy distinto de observarlo con la vista, y, en algunos aspectos, más difícil”

Chris Downey

Mi perspectiva táctil lo hace todo mucho más inmediato. Leer un plano a través del tacto es muy distinto de observarlo con la vista, y, en algunos aspectos, más difícil: no ves el todo al instante y luego te pones a entender los detalles; te encuentras primero con el detalle y, a partir de ahí, creas el conjunto.

Puede llevar un tiempo tenerlo claro, pero una vez que llegas ahí, una vez que tienes ubicada la disposición, puedes trabajar con ella a tus anchas, porque estás tú en el espacio. Es como la parábola del grupo de ciegos que nunca han visto un elefante y cada uno está tocando una parte distinta. Cada uno entiende el elefante de una manera diferente, basado en su experiencia subjetiva limitada; el que está tocando la trompa tiene una imagen mental muy distinta de la del que está tocando el flanco.

A medida que voy trabajando con un diseño, mi planteamiento se va enriqueciendo con todas las superficies que definen un espacio: el suelo, las paredes, los techos, las ventanas, las luces… incluso el color, cómo la luz penetra en el espacio; es decir, muchas de las cosas que pensamos visualmente.

Como tuve la vista durante 45 años, sigo pudiendo visualizar el espacio; simplemente es cuestión de adentrarme intelectualmente mientras, con los dedos, voy examinándolo y estudiándolo y moviéndome por él.

Un dibujo arquitectónico puede tener la distancia y separación de la vista. Si nos limitamos a verlo, tendemos a observar su valor compositivo: “La composición es buena, ¡buen trabajo! ¡todo listo!”. En cambio, con el sentido del tacto, al necesitar tener la mente activa analizando todas estas cosas, esto te lleva a un nivel más profundo de comprensión de cómo será estar en ese espacio.

blind architect hands with tools

Diseños que sientan mal al tacto

Si no se hace bien, un mal tacto en arquitectura puede tener enormes efectos negativos. Puede hacerte pasar de “¡qué bonito!” a “¡qué cosa más desagradable!”. Por ejemplo, volviendo al pasamanos, muchas veces se pone una sencilla barra plana de acero. Puede quedar muy bien en un dibujo, con sus líneas firmes y limpias, pero en el momento en que intentas bajar las escaleras apoyándote en ella, notas lo que no se tuvo en cuenta, como los bordes y que no es cómoda de agarrar.

Esto te cambia la percepción del edificio. Y si no tienes la vista y es lo único que percibes, no te deja una buena impresión del edificio, tanto si eres consciente de ello como si no.

Luego están las texturas que hay alrededor. Una cosa en la que nunca pensé cuando hacía arquitectura mientras tenía vista es la superficie de la pared detrás del pasamanos. Uno de los principios del diseño universal es la tolerancia al error, tener en cuenta que no todo el mundo utiliza las cosas con el mismo grado de precisión o destreza.

Recuerdo estar en un centro de convenciones que tenía un pasamanos sujeto a una pared muy rugosa. Cuando la tocaba con los nudillos, era como pasar los dedos por un rallador de queso. Por muy bien que luciese, no respondía a este concepto de imprecisión o tolerancia al error.

Es bastante corto de miras (si me permites el chiste) no prever que la gente puede chocar accidentalmente con la zona que rodea una superficie táctil. Y el sentido del tacto no sólo se basa en lo que sientes con la mano, sino que implica todo el cuerpo. Después de todo, todos hemos experimentado buenos y malos bancos.

El diseño de una edificación debería considerarse siempre una experiencia táctil además de visual. Uno tiene que prever las zonas que se vayan a tocar, intencionada o accidentalmente.

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La experiencia táctil

Los arquitectos estamos acostumbrados a montar tableros de muestras de materiales. Colocas los materiales unos junto a otros para hacerte una idea general de la paleta de colores y lo que transmite, como la calidez o la frialdad del espacio, pero habitualmente este proceso se hace a nivel visual.

Yo utilizo esto para evaluar también la experiencia táctil. No solo la superficie, sino también seleccionar un material con las propiedades que te permitan hacer las ensambladuras, los bordes, las esquinas y las curvas de forma que todo aporte algo a esa experiencia. Prever las cosas que se van a tocar es vital para el proceso del diseño arquitectónico.

Arquitectura táctil: herramientas del oficio

1. Varillas de cera

Las uso cuando estoy trabajando sobre un dibujo que está marcado en relieve. Es como estar mirando el dibujo a través de papel cebolla y dibujar encima, solo que todo es táctil.

2. Maquetas impresas en 3D

Imprimimos en 3D todas las secciones que estábamos explorando para el pasamanos y así pudimos agarrarlo nosotros (y que el cliente pudiera probarlo) para seleccionar lo que nos gustaba. A partir de ahí, fuimos desarrollando el diseño pensando en cómo se adecuaba a la mano, no en su aspecto visual.

3. Impresora en relieve

Tomo los dibujos que los demás ven y los convierto en PDF. Son dibujos normales en la pantalla del ordenador, pero la impresora me transforma todas las líneas en una experiencia táctil, y así puedo “leerlas”.

 

Fotografía: © Don Fogg, © Don Fogg/Mark Cavagnero Associates Architects, © Pelli Clarke Pelli Architects/Transbay Joint Powers Authority

Artículo extraído de la revista Reach Out and Touch (Llegar y Tocar), publicada en colaboración entre Sappi Europe y John Brown.

 

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